FALCONES DE SIERRA, ILDEFONSO
Los gritos de centenares de mujeres y niños retumbaban en las callejas del casco antiguo. u00abu00a1Huelga!u00bb u00abu00a1Cerrad las puertas! u00bb u00abu00a1Detened las máquinas!u00bb u00abu00a1Bajad las persianas!u00bb El piquete de mujeres, muchas de ellas con niños pequeños en sus brazos o tratando de mantenerlos agarrados de la mano, a pesar de los esfuerzos de estos por escapar para unirse a aquellos un poco más mayores, libres de control, recorría las calles de la ciudad vieja instando a los obreros y los mercaderes que todavía mantenían abiertos talleres, fábricas y comercios a que detuvieran de inmediato su actividad. Los palos y barrotes que enarbolaban convencían a la mayoría, aunque no eran extrañas las roturas de los cristales de escaparates y alguna que otra reyerta. u2014u00a1Son mujeres! u2014gritó un anciano desde el balcón de un primer piso, justo por encima de la cabeza de un tendero airado que se encaraba con un par de ellas. u2014Anselmo, you2026 u2014El mercader alzó la vista.