SOLAR, FRANCISCA
u00abAsí les habían enseñado:u00a0las penitencias se agradecían.u00a0El castigo era un regalo.u00a0u00bfCómo, si no, el alma alcanzaría elu00a0temple necesario para acercarseu00a0a la purificación anhelada?u00bb.En 1863, en el momento más crítico de la guerra civil estadounidense, losu00a0miembros de la misión diplomática del presidente Lincoln en Santiago deu00a0Chile se transformaron en los inesperados héroes de una de las tragedias másu00a0sobrecogedoras del siglo XIX: la muerte de más de dos mil mujeres atrapadas en elu00a0incendio de la Iglesia de La Compañía de Jesús. Esta catástrofe llegó a la portadau00a0del New York Times y desató la preocupación de autoridades internacionales, perou00a0como el fuero eclesiástico protegía a los sacerdotes de cualquier investigación civil,u00a0el caso se cerró como un simple accidente. Las víctimas jamás obtuvieron justicia.El buzón de las Impuras desnuda por primera vez quiénes eran las Hijas deu00a0María, una cofradía de mujeres de la alta sociedad que lograba convocar a miles deu00a0fieles, pero que terminó bajo las cenizas del templo jesuita, con el injusto silenciou00a0de la subyugación patriarcal. Sus cuerpos fueron sepultados y quemados, pero nou00a0sus voces, pues del horrendo fuego solo una cosa se salvó: el buzón donde las asociadas confesaban a la Virgen sus más íntimos deseos y pecados. así como también los violentos abusos a los que eran sometidas en el supuesto nombre de Dios.